Los dolores de parto en la ofrenda de Cristo
Como miembros de Su cuerpo, nuestra continua participación en los padecimientos de Cristo se ha convertido en la disciplina que viene de la mano de nuestro Padre Celestial sobre nuestras vidas. El Padre nos disciplina para que podamos participar en Su santidad y vida. La disciplina del Padre en nuestras vidas demuestra que hemos sido recibidos por el Padre como Sus hijos. Como Pablo enseñó, “Es para vuestra corrección que sufrís; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline? Pero si estáis sin disciplina, de la cual todos han sido hechos participantes, entonces sois hijos ilegítimos y no hijos verdaderos.”
Podemos comparar la circuncisión y la disciplina, diciendo que la circuncisión es el acto en el cual un padre corta o remueve del hijo la desobediencia de sus mal direccionadas iniciativas y lo incluye en el pacto; mientras que la disciplina es la formación de la vida que ya está presente en el niño. La disciplina del Padre trata con más que nuestra propensidad al pecado. Está entrenándonos como sacerdotes e hijos para que podamos conformar nuestras vidas al ejemplo de la muerte obediente de Cristo. Eso significa que alcanzaremos la plena madurez como hijos de Dios y que heredaremos todo lo que Dios ha planeado para nosotros en la era que viene.
Aquellos que reciben la disciplina del Padre en sus vidas, dan el apacible fruto de la justicia. Sin embargo, si rechazamos la santificación de nuestro nombre, perderemos, al igual que Esaú, el derecho de nacimiento de nuestra filiación. Como consecuencia, seremos rechazados por Dios y moriremos espiritualmente. Por esta razón Pablo nos exhorta a no apartarnos de la gracia de Dios, y a no permitir ninguna raíz de amargura en nuestros corazones. Esaú nunca regresó al lugar de humildad que el arrepentimiento requiere. Al contrario, él usó las pasiones y emociones que provenían desde la perspectiva de su otra ley para buscar arrepentimiento.
Estudio: 2 Corintios 1
Referencias
Isa 53:10-11 Pero quiso el SEÑOR Quebrantarlo, sometiéndolo a padecimiento. Cuando El se entregue a sí mismo como ofrenda de expiación, Verá a Su descendencia, Prolongará Sus días, Y la voluntad del SEÑOR en Su mano prosperará. (11) Debido a la angustia de Su alma, El lo verá y quedará satisfecho. Por Su conocimiento, el Justo, Mi Siervo, justificará a muchos, Y cargará las iniquidades de ellos.
Gal 4:19 Hijos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes,
Heb 9:13-14 Porque si la sangre de los machos cabríos y de los toros, y la ceniza de la novilla, rociadas sobre los que se han contaminado, santifican para la purificación de la carne, (14) ¿cuánto más la sangre de Cristo, quien por el Espíritu eterno El mismo se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo?
1Co 11:26 Porque todas las veces que coman este pan y beban esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que El venga.
2Co 13:4 Porque ciertamente El fue crucificado por debilidad, pero vive por el poder de Dios. Así también nosotros somos débiles en El, sin embargo, viviremos con El por el poder de Dios para con ustedes.
Rom 7:6 Pero ahora hemos quedado libres de la Ley, habiendo muerto a lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra.
Col 1:24 Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por Su cuerpo, que es la iglesia.