Un creyente que permanece en santificación, y que se presenta a sí mismo en comunión por fe, puede recibir lo que le es dado en ofrenda. Al recibir la palabra ministrada en fe, lo que le es ministrado se convierte en suyo. Entonces, de acuerdo a la santificación, con las capacidades de los talentos que pertenecen a su nombre y habilidades, puede multiplicar lo que se le dio.
El creyente presenta ofrenda al dar su vida tanto para revelar a otro, como para revelar lo que se le ha dado en el ministerio de la palabra. Multiplica lo que se le ha dado al comerciar con su talento. En realidad, esto significa que está haciendo las obras que el Padre planeó para el o ella antes de la creación de los cielos y la tierra. Este es el medio por el cual la voluntad de Dios se cumple en su vida.
En la comunión de la ofrenda, el que ha recibido lo que se le ha ministrado, mantendrá integridad con aquellos quienes le ministraron. En otras palabras, mantienen la fe con sus hermanos en Cristo y con aquellos que diaconizan las ofrendas en la casa del Señor. De esta forma revelan, al presentar ofrenda, la gracia de Dios que se les ha encomendado. Esto requiere integridad relacional y una aplicación diligente.
Un hijo de Dios que se presenta por fe para participar en la ofrenda, se presenta a sí mismo para el servicio como sacrificio vivo. Su modo de vida es siempre presentando ofrenda. Su obediencia es evidente cuando hace la obra que se le da a hacer, en amor y de acuerdo con su nombre. Es en relación con la obra que se le ha dado que una persona puede mostrar una iniciativa fructífera. A través de este modo de ofrenda, se prueba la voluntad de Dios o la santificación de uno. Aquello que es real y verdadero con respecto a nuestra filiación puede afirmarse, y lo que es producto de nuestra imaginación o de nuestras proyecciones se puede eliminar.
Estudio: Hebreos 11
Referencias
Mat 25:16 “El que había recibido los cinco talentos, enseguida fue y negoció con ellos y ganó otros cinco talentos.
Efe 2:10 Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.
Luc 17:10 “Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha ordenado, digan: ‘Siervos inútiles somos; hemos hecho sólo lo que debíamos haber hecho.'”
1Co 15:10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y Su gracia para conmigo no resultó vana. Antes bien he trabajado mucho más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí.
Flp 2:17 Pero aunque yo sea derramado como libación (ofrenda líquida) sobre el sacrificio y servicio de su fe, me regocijo y comparto mi gozo con todos ustedes.