El apóstol Pablo testificó que conocer a Cristo era el objetivo principal de su vida. Él dijo: “yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor”. Es importante destacar que Pablo explicó que esta era una iniciativa continua para él. Involucraba ser librado de su propia justicia, para que pudiera recibir la justicia que proviene de Dios sobre la base de la fe. Explicó además que conocer a Cristo dependía de su participación en la comunión de los sufrimientos de Cristo y de ser conformado a la muerte de Cristo.
Estas condiciones causan ofensa a muchos cristianos. Esto se debe a que quieren conocer a Cristo en sus propios términos. Sin embargo, el Señor no sale a nuestro encuentro en nuestros términos, o de acuerdo con las expectativas egocéntricas que tenemos de Él. Estas son actitudes caídas. Para poder conocer verdaderamente al Señor, debemos recibirlo de la manera en la que Él viene a nuestro encuentro. Él primero viene y nos confronta con respecto a nuestro pecado, y luego nos invita a unirnos a la comunión de Su ofrenda.
Cristo se da a conocer a nosotros a través del ministerio de Su palabra. A medida que Él nos habla a través de Sus mensajeros, un espíritu de gracia y súplica se derrama sobre nosotros. Bajo la influencia de la gracia, podemos volvernos hacia el Señor y ver más allá de nuestra imaginación, de quién creemos que es Cristo, o quién queremos que Él sea para nosotros. Estas imaginaciones y expectativas son parte de un velo que obstruye nuestra vista espiritual y afecta nuestra capacidad de reconocer a Cristo y de recibir lo que Él nos está diciendo. A menos que, por gracia, este velo se elimine de los ojos de nuestro corazón, no reconoceremos a Cristo ni escucharemos Su palabra. Esto es porque no hay nada acerca de Cristo, o Su mensaje, que le llame la atención a nuestra carne. Como el profeta Isaías observó, “No tiene aspecto hermoso ni majestad para que Lo miremos, ni apariencia para que Lo deseemos”.
Estudio: John 17
Referencias
Flp 3:8-10 Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por El lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, (9) y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia derivada de la Ley, sino la que es por la fe en Cristo (el Mesías), la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe, (10) y conocerlo a El, el poder de Su resurrección y la participación en Sus padecimientos, llegando a ser como El en Su muerte.
2Co 4:3-4 Y si todavía nuestro evangelio está velado, para los que se pierden está velado, (4) en los cuales el dios de este mundo ha cegado el entendimiento (la mente) de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios.
Zac 12:10 “Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén, el Espíritu de gracia y de súplica, y Me mirarán a Mí, a quien han traspasado. Y se lamentarán por El, como quien se lamenta por un hijo único, y llorarán por El, como se llora por un primogénito.
Isa 53:2 Creció delante de El como renuevo tierno, Como raíz de tierra seca. No tiene aspecto hermoso ni majestad Para que Lo miremos, Ni apariencia para que Lo deseemos.