Pablo describió la vida en la comunión de la ofrenda de Cristo como “un camino nuevo y vivo” del que Cristo fue pionero por nosotros a través de Su muerte en la cruz. Por medio de esta ofrenda, Jesucristo “quien puso fin a la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio”. Solo cuando una persona se une a esta ofrenda puede liberarse del temor a la muerte que los mantiene esclavizados a Satanás. También es el medio por el cual obtienen su santificación como un hijo a la imagen y semejanza de Dios.
Cuando Cristo fue hecho pecado por nosotros, se unió a nosotros en nuestra muerte y en la vergüenza de nuestra separación de Dios. Al mismo tiempo, se convirtió en una ofrenda por el pecado en la mano del Padre y del Espíritu Santo. Debido a que Él era el Sacerdote eterno de Yahvé, según el orden de Melquisedec, pudo ofrecerse sin mancha a Dios por el poder del Espíritu Eterno. Para que el inminente gozo del propósito del pacto de Dios se cumpliera, Cristo soportó la cruz, despreciando la vergüenza de ser separado con nosotros, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Por este medio, fue pionero en un camino por el cual cada persona caída puede ser recuperada de su desnudez, miedo y vergüenza, a su filiación predestinada a la imagen y semejanza de Dios. Para permanecer sentados en lugares celestiales con Cristo, debemos continuar viajando con Él por el camino del que fue pionero.
A través de Su ofrenda en la cruz, Jesús, como Rey y Esclavo conquistador de Yahvé, desarmó principados y potestades, tomó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres. Cuando una persona recibe el evangelio de la filiación y se embarca en los pasos de la salvación, se libera de su esclavitud al miedo cuando se convierte en un esclavo de Cristo. El miedo era su porción bajo la maldición, pero ahora, están obteniendo progresivamente la bendición de la vida de filiación y su ciudadanía en el reino de los cielos.
Estudio: Hebreos 2
Referencias
Heb 10:19-20 Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, (20) por un camino nuevo y vivo que El inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, Su carne,
Heb 12:1-2 Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia (perseverancia) la carrera que tenemos por delante, (2) puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de El soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.
2Ti 1:8-10 Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, prisionero Suyo, sino participa conmigo en las aflicciones por el evangelio (las buenas nuevas), según el poder de Dios. (9) El nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según Su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad, (10) y que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien puso fin a la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio.
Isa 53:10 Pero quiso el SEÑOR Quebrantarlo, sometiéndolo a padecimiento. Cuando El se entregue a sí mismo como ofrenda de expiación, Verá a Su descendencia, Prolongará Sus días, Y la voluntad del SEÑOR en Su mano prosperará.
Heb 9:13-14 Porque si la sangre de los machos cabríos y de los toros, y la ceniza de la novilla, rociadas sobre los que se han contaminado, santifican para la purificación de la carne, (14) ¿cuánto más la sangre de Cristo, quien por el Espíritu eterno El mismo se ofreció sin mancha a Dios, purificará nuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo?
Efe 4:7-8 Pero a cada uno de nosotros se nos ha concedido la gracia conforme a la medida del don de Cristo. (8) Por tanto, dice: “CUANDO ASCENDIO A LO ALTO, LLEVO CAUTIVA UN GRAN NUMERO DE CAUTIVOS, Y DIO DONES A LOS HOMBRES.”