El cuerpo y la sangre de Cristo se convirtieron en el fruto del árbol de la vida para nosotros cuando fue levantado en la cruz. En la última cena, Jesús dijo que el pan es Su carne y el vino es Su sangre. Él conectó estos elementos con la ofrenda que estaba a punto de hacer. Pablo dijo que beber la copa es una participación en la sangre de Cristo, y comer el pan es una participación en el cuerpo de Cristo. En otras palabras, comer y beber los elementos de la comunión une a una persona a la ofrenda de Cristo.
Es un punto significativo que Cristo dió muerte del árbol de la vida cuando se convirtió en una maldición. A medida que una persona come el fruto del árbol mientras está en pecado, se le da una participación en esta muerte. En comunión con Cristo, la maldición, representada por espinas, cardos y escorpiones, es con el propósito de hacer morir el pecado dentro de sí y al mismo tiempo, está circuncidando la otra ley de la persona. El pecado yace muerto, pero la otra ley, que es la motivación de la carne, está siendo cortada y removida de ellos. Esta liberación ocurre a través de la comunión en los sufrimientos de Cristo, en la que un creyente continúa participando al comer Su carne y beber Su sangre. El creyente participa al recibir la palabra como esclavos de la doctrina del bautismo.
La segunda característica del sufrimiento de Cristo es que fue el medio por el cual se derramó Su sangre por la humanidad. A través de los sufrimientos asociados con la muerte de Cristo, Él derramó Su sangre la cual cayó sobre Su cuerpo (la iglesia). Su cuerpo fue el altar de sacrificio. Su vida estaba en Su sangre, y nos fue dada en el altar para convertirse en nuestra vida. Una persona recibe la vida de Cristo cuando está unida al sufrimiento de Su cuerpo. La sangre limpia su conciencia de obras muertas e igualmente se le da al creyente para que pueda vivir por Su vida.
Estudio: Hebreos 10
Referencias
Luc 22:19-20 Y tomando el pan, después de haber dado gracias, lo partió, y les dio, diciendo: “Esto es Mi cuerpo que por ustedes es dado; hagan esto en memoria de Mí.” (20) De la misma manera tomó la copa después de haber cenado, diciendo: “Esta copa es el nuevo pacto en Mi sangre, que es derramada por ustedes”.
1Co 10:16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la participación en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la participación en el cuerpo de Cristo?
Lev 17:11 Porque la vida de la carne está en la sangre, y Yo se la he dado a ustedes sobre el altar para hacer expiación por sus almas. Porque es la sangre, por razón de la vida, la que hace expiación.
Gál 2:20 Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Heb 9:22 Y según la Ley, casi todo ha de ser purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón.