Cuando consideramos la obra de las cuatro gracias ministeriales, se nos plantea un punto importante con respecto al trabajo de pastoreo. El trabajo de pastoreo por sí mismo, no es una gracia ministerial. Hay una dimensión de pastoreo que le pertenece a cada una de las cuatro gracias ministeriales. Es decir, hay un trabajo de alimentación y cuidado asociado con cada gracia ministerial. En este sentido, un apóstol es un pastor con autoridad de Cristo para conducir a toda la congregación dentro y fuera; Un profeta es un pastor sacerdote; Un maestro es un pastor discipulante; y un evangelista es un pastor que nutre. El trabajo de un pastor que nutre es establecer identidad y encabezamiento para que la naturaleza divina pueda ser establecida y revelada en cada casa a través de la paternidad y la maternidad.
Esta es una aclaración importante porque muchos han confundido la obra de los hermanos primicia (o de primeros frutos) que se han “dedicado al cuidado de los santos”, con el trabajo de pastoreo. Pablo nombró a Estéfanas, Fortunato y Acaico como ministros entre los Corintios, e instó a la iglesia a someterse a tales hombres. Sin embargo, a lo largo de la historia de la iglesia, este papel se ha tomado más allá de su mandato, de modo tal que los hombres se han llamado a sí mismos, o han sido llamados “pastores”.
Es cierto que los hermanos primicias tienen un papel importante en el cuidado de una congregación, pero el trabajo de pastoreo de la iglesia de Dios es la provincia de los ministerios de los dones de ascensión, quienes llevan la autoridad de Cristo como parte de su mandato. Si los hermanos primicias presumen sobre este tipo de mandato, terminarán tratando de controlar y “enseñorear sobre” el rebaño. Aquellos que son neófitos corren el riesgo de quedar atrapados en esta presunción y caer en la condenación del diablo. Un ejemplo bíblico de esto es Diótrefes, quien reclamó tener prioridad en la congregación local y resistió la autoridad del apóstol Juan y el presbiterio.
Estudio: 1 Pedro 5
Referencias
1Co 16:15-17 Los exhorto, hermanos (ya conocen a los de la casa de Estéfanas, que fueron los primeros convertidos de Acaya, y que se han dedicado al servicio de los santos), (16) que también ustedes estén en sujeción a los que son como ellos, y a todo el que ayuda y trabaja en la obra. (17) Y me regocijo por la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido lo que faltaba de parte de ustedes.
Jua 21:16 Volvió a decirle por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿Me amas?” “Sí, Señor, Tú sabes que Te quiero,” Le contestó Pedro. Jesús le dijo: “Pastorea Mis ovejas.”
1Ti 3:2-7 Un obispo debe ser, pues, irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, (3) no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso. (4) Que gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad; (5) (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?) (6) No debe ser un recién convertido, no sea que se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el diablo. (7) Debe gozar también de una buena reputación entre los de afuera de la iglesia , para que no caiga en descrédito y en el lazo del diablo.
3Jn 1: 9 Escribí algo a la iglesia, pero Diótrefes, a quien le gusta ser el primero entre ellos, no acepta lo que decimos.
Hch 20:28 “Tengan cuidado de sí mismos y de toda la congregación, en medio de la cual el Espíritu Santo les ha hecho obispos (supervisores) para pastorear la iglesia de Dios, la cual El compró con Su propia sangre.
1Pe 2:25 Pues ustedes andaban descarriados como ovejas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián (Supervisor) de sus almas.