El Espíritu está llamando a cada cristiano a vivir en primer amor. El primer amor no es simplemente una ambición que debemos tener, que se realizará una vez que hayamos sido perfeccionados. Estamos llamados a vivir en el primer amor, ¡ahora!
La capacidad de vivir por amor nos es dada cuando nacemos de Dios, somos bautizados en Cristo y continuamos viviendo de cada palabra que procede de la boca de Dios. El apóstol Pedro nos recuerda que ‘Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia’.
Todos estamos en el proceso de ser restaurados al primer amor, el cual será el contexto y la naturaleza de nuestra vida para siempre en el nuevo cielo y la nueva tierra. Todos necesitamos restauración porque todos hemos sido afectados por la caída. Caer del primer amor es vivir según principios que no son celestiales. Son principios terrenales o mundanos. Pablo resumió estos principios como ‘otra ley’ que está dentro de nosotros debido a la caída. Es una ley que es diferente de la ley del amor que define la forma en la que Dios vive.
Una persona que acepta su necesidad de cambiar y de ser liberada de vivir según su propia ley, y acepta también que el Señor está incrementando su capacidad de vivir en el primer amor, ya está en los lugares celestiales. Esto es lo que Jesús quiso decir cuando dijo: “Al que venciere, le daré de comer del árbol de la vida que está en medio del paraíso de Dios”. Esta persona entiende que el proceso para vencer el pecado y la otra ley, es una característica inherente a la vida en el primer amor.
Estudio: Hebreos 10
Referencias
Rom 5:3-5 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia (perseverancia); (4) y la paciencia (perseverancia), carácter probado; y el carácter probado, esperanza. (5) Y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado.
Rom 7:22-23 Porque en el hombre interior me deleito con la Ley de Dios, (23) pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros.
2Pe 1:1-3 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que han recibido una fe como la nuestra, mediante la justicia de nuestro Dios y Salvador, Jesucristo: (2) Gracia y paz les sean multiplicadas a ustedes en el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor. (3) Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquél que nos llamó por Su gloria y excelencia.
Apo 2:7 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.”‘
Rom 8:16-17 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. (17) Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con El a fin de que también seamos glorificados con El.