La respuesta de Adán y Eva a su vergüenza fue hacer vestiduras alternativas cosiendo hojas de higuera. Este fue un intento de cubrir su desnudez. La vergüenza provoca esta respuesta en todas las personas que viven de acuerdo con los principios caídos de la carne (es decir, su “otra ley”). Motivados por la vergüenza del miedo provocada por su desnudez, las personas que viven en la carne intentan “confeccionar” un nombre para sí mismos. Este es un esfuerzo para reemplazar la cobertura de su predestinación perdida con un destino o nombre de su propia creación. Su “vestimenta” es una proyección de una imagen definida por ellos mismos, que proviene de lo que consideran bueno o malo para sí mismos.
Esta respuesta de vergüenza impacta incluso sobre las acciones más básicas de una persona caída. Por ejemplo, la forma en que se visten y se presentan es parte de la proyección de su propia imagen de origen. En este sentido, es parte de su inversión en cómo les gustaría ser conocidos y recibidos por otros. Bajo estas condiciones causadas por la caída, la autoconfianza de una persona depende de cuán satisfechos están con la imagen que tienen de sí mismos, y la medida en que sus proyecciones son aceptadas y valoradas por otros. En realidad, nunca están realmente satisfechos con su imagen o sus proyecciones. Esto se debe a que sus ojos no están satisfechos con lo que ven, ni sus oídos con lo que oyen. Están constantemente mirando y escuchando a los demás. A través de sus evaluaciones y comparaciones, las percepciones de una persona sobre lo que es bueno o malo para ellos se ajustan constantemente. O intentan cambiar su imagen y proyección de sí mismos, o codician lo que no pueden obtener. Sin embargo, como enseñó el Rey Salomón, ‘En muchos sueños y en muchas palabras hay vacío [o vanidad]’.
Referencias Estudio: Eclesiastés 5
Gen 3:7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales.
Ecc 1:8 Todas las cosas son fatigosas, El hombre no puede expresarlas. No se sacia el ojo de ver, Ni se cansa el oído de oír.
Isa 50:10-11 Todas las cosas son fatigosas, El hombre no puede expresarlas. No se sacia el ojo de ver, Ni se cansa el oído de oír.
Pro 27:20 El Seol y el Abadón nunca se sacian; Tampoco se sacian los ojos del hombre.
Ecc 2:11 Consideré luego todas las obras que mis manos habían hecho y el trabajo en que me había empeñado, y resultó que todo era vanidad y correr tras el viento, y sin provecho bajo el sol.