Después de que Dios creó a Adán a su imagen y semejanza, lo bendijo y le dio un mandato extraordinario. Dios llamó a Adán a someter a la tierra y gobernar sobre todo ser viviente. Como parte de esta labor, Adán nombró a todos los animales. Este mandato implica mucho más que simplemente asignar un título para identificar a cada criatura. De la misma manera en que los detalles de las obras y la identidad espiritual de Adán estaban contenidos dentro de su mismo nombre, la labor de nombrar a los animales también requería que definiera la forma en que vivían. Él recibió la autoridad y la capacidad para hacer esto a través de la palabra de Dios que lo llamó a someter la creación. Mientras Adán permaneció en la imagen y semejanza de Dios, todas las leyes que rigen la vida de cada ser viviente estaban sujetas a él.
Dios también requirió que Adán cultivara y mantuviera el jardín del Edén. Nuevamente, ¡este trabajo fue mucho más sustancial que simplemente podar las plantas! Aprendemos de las Escrituras proféticas que los árboles que Dios había hecho crecer en el paraíso de Dios simbolizaban los destinos de las naciones y de los individuos. Por ejemplo, el Señor describió a la nación de Asiria como “un poderoso árbol de cedro”. Él dijo: “Ningún árbol en el huerto de Dios podía compararse a él en su hermosura. Hermoso lo hice por la multitud de sus ramas, Y lo envidiaban todos los árboles del Edén que estaban en el huerto de Dios”. Al referirse a las naciones como árboles que Él había plantado en el jardín del Edén, Yahvé señaló que Él era el origen y la fuente de sus destinos. El servicio de Adán requería que él percibiera, entendiera y cultivara estos destinos atendiendo a las plantas en el jardín.
Estudio Daniel 4
Referencias
Gen 1: 27-28 Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (28) Dios los bendijo y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.”
Gen 2:15, 19 El SEÑOR Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara. (19) Y el SEÑOR Dios formó de la tierra todo animal del campo y toda ave del cielo, y los trajo al hombre para ver cómo los llamaría. Como el hombre llamó a cada ser viviente, ése fue su nombre.
Eze 31:8-9 Los cedros no lo igualaban en el huerto de Dios; Los cipreses no se podían comparar con su ramaje, Y los plátanos no igualaban sus ramas. Ningún árbol en el huerto de Dios podía compararse a él en su hermosura. (9) Hermoso lo hice por la multitud de sus ramas, Y lo envidiaban todos los árboles del Edén que estaban en el huerto de Dios.
Zac 11:2 Gime, ciprés, porque ha caído el cedro, Porque los árboles majestuosos han sido derribados. Giman, encinas de Basán, Porque ha caído el bosque impenetrable.