Durante novecientos treinta años, Adam continuó cultivando la tierra que estaba maldita tanto por su culpa como por su propio bien. Este fue un trabajo exigente, y en ocasiones doloroso, para él. Sin embargo, Adán permaneció en la región del Edén y fue procesado, a través de su sufrimiento, de manera que fuera incluido en la genealogía de los hijos de Dios.
Las espinas y los cardos que crecían sobre la tierra, frustrando las obras de Adán, eran una característica evidente de la maldición. ¿Cómo se ve esto en la vida de un cristiano hoy en día, como un hijo de Dios? Recordemos que las plantas en el jardín del Edén representaban personas. De la misma manera, las espinas y los cardos en el contexto de un hijo de la obra de Dios, se refieren a las reacciones espinosas y antagónicas de las personas en contra de ellos. Por ejemplo, la espina en la carne del apóstol Pablo era un espíritu demoníaco de Satanás que incitaba a la gente a perseguirlo. Pablo entendió que Dios le había dado esta espina para que no se envaneciera con orgullo. La arrogancia u orgullo de la vida es un elemento de la otra ley. Vemos que la espina en la carne de Pablo se dirigió directamente a esta propensión a “otra ley” dentro de él.
Las reacciones malhumoradas de un hijo de Dios, ante las provocaciones espinosas que inevitablemente experimentan en el curso de su vida cotidiana, revelan el funcionamiento de la otra ley dentro de su propio corazón. Cuando esto sucede, le ofrece al cristiano la oportunidad de volverse nuevamente al Señor y de recibir sus sufrimientos a manos de estas personas como una participación en los sufrimientos de Cristo. En la comunión de los sufrimientos de Cristo, el pecado permanece muerto dentro del hijo de Dios, y la otra ley está siendo removida de él.
Estudio: 2 Corintios 12
Referencias
1Jn 2:16 Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos, y la arrogancia de la vida (las riquezas), no proviene del Padre, sino del mundo.
(Luc 3:38) Cainán, de Enós; Enós, de Set; Set, de Adán; y Adán, de Dios.
Mar 4:18-19 “Otros son aquéllos en los que se sembró la semilla entre los espinos; éstos son los que han oído la palabra, (19) pero las preocupaciones del mundo, y el engaño de las riquezas, y los deseos de las demás cosas entran y ahogan la palabra, y se vuelve estéril.
Luc 10:40-42 Pero Marta se preocupaba con todos los preparativos. Y acercándose a El, le dijo: “Señor, ¿no Te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.” (41) El Señor le respondió: “Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas; (42) pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada.”
Flp 4:6 Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios.