Cristo llama a cada creyente a unirse a la comunión de Sus sufrimientos. Así como Pablo exhortó a Timoteo a no avergonzarse del testimonio del Señor, o del propio Pablo como Su prisionero, los creyentes están siendo llamados a no avergonzarse del testimonio del Señor, o de aquellos que sufren por el bien de Su nombre.
El Señor no nos pide que nos gusten nuestros sufrimientos ni que los disfrutemos. Como observaron tanto Pablo como Pedro, ningún sufrimiento es agradable. Más bien, el Señor nos está pidiendo que nos comprometamos a sufrir con Él y con nuestros hermanos en Cristo. Es por este medio que la naturaleza divina se está formando dentro de nosotros y podemos ministrar esta vida a otros. Cristo mismo no consideró el sufrimiento como una experiencia agradable o deseable. De hecho, le preguntó al Padre: “Si es posible, que pase esta copa de Mí”. Sin embargo, Cristo se comprometió a recibir y cumplir la voluntad del Padre. Entonces, fue por el gozo que resultaría de Su ofrenda que Él soportó la cruz y despreció la vergüenza.
Al aceptar y entregarnos de corazón a nuestra participación en los sufrimientos de Cristo, nos liberamos de nuestro miedo a la muerte y al sufrimiento. Él nos asegura y nos concede la paz para que podamos proceder de la manera que Él ha establecido para nosotros. De mayor importancia, somos capaces de soportar los sufrimientos a través del poder de Dios. En la comunión de los sufrimientos de Cristo, tenemos acceso al mismo poder por el cual Cristo soportó la cruz. Esto es lo que Pablo quiso decir cuando escribió: “Pero si el Espíritu de Aquél que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de Su Espíritu que habita en ustedes”. ¡Esto, es un milagro!
Estudio: Hebreos 12
Referencias
1Pe 1:6-9 En lo cual ustedes se regocijan grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, sean afligidos con diversas pruebas (tentaciones), (7) para que la prueba de la fe de ustedes, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; (8) a quien sin haber visto, ustedes Lo aman, y a quien ahora no ven, pero creen en El, y se regocijan grandemente con gozo inefable y lleno de gloria, (9) obteniendo, como resultado de su fe, la salvación de sus almas.
Luc 22:41-43 Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y poniéndose de rodillas, oraba, (42) diciendo: “Padre, si es Tu voluntad, aparta de Mí esta copa; pero no se haga Mi voluntad, sino la Tuya.” (43) Entonces se apareció un ángel del cielo, que Lo fortalecía.
Heb 2:14-15 Así que, por cuanto los hijos participan de carne y sangre, también Jesús participó de lo mismo, para anular mediante la muerte el poder de aquél que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo, (15) y librar a los que por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la vida.
Rom 8:11 Pero si el Espíritu de Aquél que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de Su Espíritu que habita en ustedes.
2Ts 3:16 Que el mismo Señor de paz siempre les conceda paz en todas las circunstancias. El Señor sea con todos ustedes.