Al considerar el “orgullo”, y la forma en que la quinta herida de Cristo lidia con él, también debemos ver que Cristo está circuncidando de nuestros corazones el modo caído con el cual recibimos Su palabra. En esta temporada, el Señor ha manifestado discordancia con la forma en que recibimos Su palabra. Él se ha referido particularmente a la tendencia común a estar de acuerdo con la palabra, en vez de responder a la palabra con un arrepentimiento de acuerdo a Su voluntad. 2Co 7: 10-11. Esta es una posición de orgullo arrogante.
Cuando estamos simplemente de acuerdo con la palabra, hemos asumido una posición de juez. El peligro de nuestro orgullo yace en que nos convencemos erróneamente de que tenemos la capacidad en nosotros mismos de hacer y ser lo que la palabra dice. En este sentido, creemos que no hay necesidad de cambios drásticos en nuestra vida, sino solo de ajustes menores en nuestro comportamiento. Podemos incluso presumir de poder instruir a otros con respecto a los ajustes “prudentes” que ellos deberían hacer a sus vidas. El error al vivir de esta manera es que estamos viviendo continuamente basados en una justicia que es definida por nosotros mismos para satisfacer lo que, desde el conocimiento del bien y el mal, consideramos nuestras necesidades. En cambio, debemos recibir con humildad la palabra implantada, la cual lleva consigo la fe para ser el hijo que la palabra de Dios nos llama a ser. Stg 1:21. Rom 10:17. 1Ts 2:13.
Si nuestro modo de vivir es a través de una justicia autodefinida y egoísta, entonces la frustración de nuestras manos en los eventos de sufrimiento de la vida nos conducirá a una variedad de actitudes que expresarán nuestra incredulidad en lugar de provocarnos a volvernos a Cristo. Nos volveremos aún más impacientes, enojados, frustrados, agitados, determinados, estoicos, deprimidos, ansiosos y egocéntricos. Estas son las características de alguien que vive por la carne. Si no participamos en los sufrimientos de Cristo, estas circunstancias frustrantes nos destruirán, en lugar de volvernos a Cristo y reconectarnos con la palabra de nuestro nombre. Respecto a esto observamos las palabras del sabio: “Antes de la destrucción el corazón del hombre es altivo, Pero a la gloria precede la humildad”. Pro 18:12.
Estudio: Salmo 25
2Co 7:10-11 Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte. (11) Porque miren, ¡qué solicitud ha producido esto en ustedes, esta tristeza piadosa, qué vindicación de ustedes mismos, qué indignación, qué temor, qué gran afecto, qué celo, qué castigo del mal! En todo han demostrado ser inocentes en el asunto.
Stg 1:21 Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, reciban ustedes con humildad (mansedumbre) la palabra implantada, que es poderosa para salvar sus almas.
Rom 10:17 Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo.
1Ts 2:13 Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibieron la palabra de Dios que oyeron de nosotros, la aceptaron no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en ustedes los que creen.
Pro 18:12 Antes de la destrucción el corazón del hombre es altivo, Pero a la gloria precede la humildad.