La espada embriagada en el cielo es la palabra firme del Señor que ha sido establecida para siempre en los cielos. Sal 119:89. Puede proclamar juicio y maldeción sobre una persona. Sin embargo, igualmente proclama y confirma el nombre de una persona como hijo de Dios. Esta realidad fue revelada por Jesús cuando dijo, “Alégrense porque sus nombres [como hijos de Dios] están escritos en los cielos.” Luc 10:20. La maldición y la bendición de nuestra relación como hijos de Dios (o filiación) son los dos lados, o filos, de la espada de la palabra. De hecho, son dos destinos proféticos declarados en las Escrituras para cada individuo.
La implicación del primer filo de la espada es que proclama libertad a aquellos que son cautivos del pecado y la muerte. Cristo mismo testificó que la palabra de Su boca proclamaba libertad a los cautivos. Luc 4:18. Esto se debe a que aborda el principio del mal dentro de nosotros, llamado “la otra ley”, que Satanás engendró en la humanidad cuando Adán y Eva comieron el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Pablo enseñó que una persona que vive por la otra ley es llevada en cautiverio a la ley del pecado y de la muerte. Rom 7: 23-24.
Motivada por otra ley dentro de ella, una persona busca crear una imagen y definir un nombre para sí misma. Las obras que hace – sin importar si son bien intencionadas o no – son pecado, porque son contrarias a lo que el Padre la predestinó a ser. A menos que sea liberada de este principio del mal, la persona sólo puede vivir en pecado.
Afortunadamente, la espada del Señor corta este cuerpo de carne en aquellos que se unen a la comunión de la ofrenda y circuncisión de Cristo al comer Su carne y beber Su sangre. En la misma acción, ellos están siendo cortados para ser incluidos en el pacto de la filiación.
Estudio: Mateo 25
Sal 119:89 Para siempre, oh SEÑOR, Tu palabra está firme en los cielos.
Luc 10:20 “Sin embargo, no se regocijen en esto, de que los espíritus se les sometan, sino regocíjense de que sus nombres están escritos en los cielos.”
Luc 4:18 “EL ESPIRITU DEL SEÑOR ESTA SOBRE MI, PORQUE ME HA UNGIDO PARA ANUNCIAR EL EVANGELIO A LOS POBRES. ME HA ENVIADO PARA PROCLAMAR LIBERTAD A LOS CAUTIVOS, Y LA RECUPERACION DE LA VISTA A LOS CIEGOS; PARA PONER EN LIBERTAD A LOS OPRIMIDOS;
Rom 7:23-24 pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros. (24) ¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?