Como expresión de la palabra de Dios, el cántico del Señor revela la naturaleza de la vida de Dios. Dios (de la palabra original Elohim) es tres Personas – Padre, hijo y Espíritu Santo – que son, y que poseen juntos, un Espíritu y una vida como “Yahvé” o “Jehová”. Ellos ministran esta vida el uno al otro en la comunión de la ofrenda. En esta comunión, cada Persona de la Deidad da Su vida para revelar a las otras. De esta manera, Su única vida es multiplicada y dada para que sea nuestra vida. Abraham reconoció esta cultura (o modo de vida) de ofrenda como adoración. Gen 22:5.
El cántico del Señor es una expresión de adoración, es la cultura de la ofrenda. Notamos, por ejemplo, que bajo el liderazgo del Rey Ezequías, “al tiempo que comenzó el holocausto, comenzó también el cántico de Jehová, con las trompetas y los instrumentos de David rey de Israel. Y toda la multitud adoraba, y los cantores cantaban, y los trompetas sonaban las trompetas; todo hasta acabarse el holocausto.” 2Cr 29:27-28
Como expresión de la ofrenda, el cántico del Señor comunica y cumple la voluntad del pacto de Dios. Con esto en cuenta, es descrito en las Escrituras como un arma a través de la cual la verdad es establecida, y se destruye todo lo que se levanta contra el conocimiento de Dios. 2CO 10: 3-5.
Este doble efecto de la canción del Señor indica su conexión con la espada de la palabra que procede de la boca del Señor. Esta asociación entre el canto y la espada es comunicada por el salmista, que escribió: “Sean las alabanzas de Dios en su boca, Y una espada de dos filos en su mano” Sal 149:6.
Como la espada de dos filos de la palabra, el canto del Señor puede traer liberación a los cautivos, para que puedan participar en el cumplimiento de la voluntad del pacto de Dios. Esd 3:10. La canción del Señor, o las alabanzas de Su pueblo, igualmente ejecutan el juicio sobre aquellos que deciden permanecer como enemigos del Señor.
Estudio: Esdras 3
Gén 22:5 Entonces Abraham dijo a sus criados: “Quédense aquí con el asno. Yo y el muchacho iremos hasta allá, adoraremos y volveremos a ustedes.”
2Co 10:3-5 Pues aunque andamos en la carne, no luchamos según la carne. (4) Porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; (5) destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y poniendo todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo,
Sal 149:6 Sean las alabanzas de Dios en su boca, Y una espada de dos filos en su mano,
Esd 3:10 Cuando los albañiles terminaron de echar los cimientos del templo del SEÑOR, se presentaron los sacerdotes en sus vestiduras, con trompetas, y los Levitas, hijos de Asaf, con címbalos, para alabar al SEÑOR conforme a las instrucciones del rey David de Israel.