La canción de Cristo es la canción de obediencia que Él ha puesto ahora en nuestras bocas. Esto significa que debemos ir a Él, fuera del campamento, soportando Su oprobio. El apóstol Pablo nos exhortó escribiendo: “Así pues, salgamos a Su encuentro fuera del campamento, llevando Su oprobio. Porque no tenemos aquí una ciudad permanente, sino que buscamos la que está por venir. Por tanto, ofrezcamos continuamente mediante El, sacrificio de alabanza a Dios, es decir, el fruto de labios que confiesan (alaban) Su nombre.” Heb 13:13-15
Cuando somos librados de nuestro cautiverio podemos cantar el cántico del Señor, porque el Señor mismo se convierte en nuestro cántico. Este fue el testimonio de Moisés cuando el pueblo fue liberado por Dios de su esclavitud en Egipto. Moisés y el pueblo cantaron: “”Mi fortaleza y mi canción es el SEÑOR, Y ha sido para mí salvación; éste es mi Dios, y Lo glorificaré, El Dios de mi padre, y Lo ensalzaré (exaltaré).” Exo 15:2. Deu 10:21. Isa 12:2.
No tenemos capacidad de cantar la canción del Señor mientras permanecemos cautivos a una cultura que no es la cultura de la ofrenda en el cuerpo de Cristo. Heb 12: 22-24. Como el salmista testificó: “¿Cómo cantaremos la canción del SEÑOR En tierra extraña? Si me olvido de ti, oh Jerusalén, Pierda mi diestra su destreza. Péguese mi lengua al paladar Si no me acuerdo de ti, Si no enaltezco a Jerusalén sobre mi supremo gozo.” Sal 137:4-6
El Señor nos da una canción para cantar en medio de la oscuridad de la noche que experimentamos a veces en la comunión de la ofrenda y los sufrimientos de Cristo. Esta canción trae sanidad a nuestro espíritu y lo refresca, pone emboscadas en contra de la desobediencia, y puede ministrar liberación a otros que permanecen cautivos del pecado.
Estudio: Salmo 33
Deu 10:21 “El es el objeto de tu alabanza y El es tu Dios, que ha hecho por ti estas cosas grandes y portentosas que tus ojos han visto.
Isa 12:2 Dios es mi salvación, Confiaré y no temeré; Porque mi fortaleza y mi canción es el SEÑOR DIOS, El ha sido mi salvación.”
Heb 12:22-24 Ustedes, en cambio, se han acercado al Monte Sion y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, (23) a la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos ya perfectos, (24) y a Jesús, el mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la sangre de Abel.